Un año antes del fin del siglo, "menores" no era todavía una palabra que resonara tan peligrosa. Trabajaba en barrios perífericos, donde me encontraba con muchachos que luego sería Ni-Ni. Fui invitada por el FAC a un encuentro de performans. Pensé a su vez en invitar a mis alumnos del barrio 17 metros. Ellos se juntaban en torno al rap y al hip hop. Tenían redes internacionales de conexión, cuando internet aún no era. Los invité a participar, pero fieles a su estilo, entraron en un recinto de arte "por la ventana", bailaron y salieron. Mientras tanto, yo pintaba a uno de ellos, estampando su huella en la sábana. Sabana que no puedieron evitar grafitear antes de irse, nuevamente por la ventana, como entrando a ese recinto de arte culto por el lugar equivocado, casi como tomándolo de asalto.

Martha Castillo